30 de Abril: Día Internacional del Jazz


En MUNDUS celebramos el Día Internacional del Jazz. Además, conocé a Steven Joerg, el fundador del sello de free jazz AUM Fidelity, y lee la reseña del libro "Black Music", de LeRoi Jones (Editato por Caja negra editora).

En noviembre de 2011, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura ( UNESCO ) designó oficialmente 30 de abril como el “Día Internacional del Jazz” con el fin de poner de relieve el jazz y su papel diplomático de unir a las personas en todos los rincones del mundo.

Está presidido y dirigido por Irina Bokova, Directora General de la UNESCO, y el legendario pianista y compositor de jazz Herbie Hancock , embajador de la UNESCO para el Diálogo Intercultural y Presidente del  Instituto de Jazz Thelonious Monk, organización sin fines de lucro a cargo de ofrecer la planificación, promoción y producción de esta celebración anual. Cada año se elige una ciudad del mundo como sede, que este año será la ciudad de Washington DC.


El jazz rompe barreras y crea oportunidades para la comprensión mutua y la tolerancia; es una forma de libertad de expresión; simboliza la unidad y la paz; fomenta la igualdad de género; refuerza el papel que juega la juventud en el cambio social; promueve la innovación artística, la improvisación y la integración de músicas tradicionales en las formas musicales modernas y estimula el diálogo intercultural y facilita la integración de jóvenes marginados.

El Día Internacional del Jazz reúne a figuras y artistas del género en conciertos y actividades que se realizan en todas partes del mundo, tanto en instituciones oficiales, como en forma privada y espontánea. Además, comunidades, escuelas, historiadores, académicos y entusiastas del jazz en todo el mundo re reúnen para celebrar y aprender sobre el jazz y sus raíces.

Registro del "International Jazz Day All-Star Global Concert", realizado del 30 de Abril de 2015.

La celebración de esta jornada tiene como objetivo sensibilizar al público en general sobre las virtudes de la música jazz como herramienta educativa y como motor para la paz, la unidad, el diálogo y el refuerzo de la cooperación entre pueblos. Los gobiernos, las instituciones educativas y la sociedad civil que participan en la promoción del jazz aprovechan esta oportunidad para difundir la idea de que el jazz no es sólo un estilo de música, sino que también contribuye a la construcción de sociedades más inclusivas.

Fuente: bluefm.com.ar

MUNDUS SPOTLIGHTS

AUM FIDELITY: Free jazz, soul de vanguardia y gospel.

Steven Joerg es el fundador de AUM Fidelity, uno de los sellos mas significativos de free jazz, que ya lleva más de 15 años de heroica pelea contra los elementos. El "cuartel general” de la compañía, como el mismo Joerg lo definió, está situado en la segunda planta de una modesta casa de dos pisos de Brooklyn.

Nacido en Chicago, pero mudado a Nueva York, Joerg, de 45 años, el único empleado de su sello desde que tuvo que prescindir del último, un agente externo de prensa, fundó AUM Fidelity (con todas sus implicaciones místicas) en 1997, con una suma de los ahorros de una vida, el dinero obtenido con la venta de un coche y la mitad de su colección de discos y un préstamo. Pese a la precariedad, hoy está considerada una de las más relevantes compañías de jazz del mundo.

Entonces, el descubrimiento de la música, intensa y emocionante, del saxofonista David S. Ware, fallecido en octubre a los 62 años, cambió el rumbo de la carrera del joven, educado en la estética del punk-rock estadounidense de los 80 y que trabajaba como ejecutivo en el sello de rock alternativo Homestead, casa de, entre otros, Dinosaur Jr., G. G. Allin o Big Black.



“Cuando descubrí que carecía de compañía, lo fiché para Homestead y luego me animé a independizarme con él. No era un académico del jazz, pero sí un buen aficionado desde mi adolescencia. A mediados de los 90, la industria del disco era extremadamente conservadora, solo se limitaba a editar cajas conmemorativas de Miles o Coltrane, que a mí se me asemejaban a lápidas en el gran cementerio del jazz”, explica Joerg en un relajado bar de clientela entre hipster y proletaria, donde todo gira en torno a dos de esas viejas máquinas de pinball, protagonistas últimamente de un inopinado revival. Joerg es todo un maestro en la materia (en el último torneo del barrio, marcó la máxima puntuación en el artilugio clásico llamado Theatre of Magic), además de un afinado teórico (“en su momento cumbre de principios de los 90, sus fabricantes creaban verdaderos universos bajo esos cristales”).


A diferencia de la mayoría de los sellos de música improvisada y jazz experimental, que configuran sus catálogos a partir de grabaciones en directo, más baratas que un proyecto en estudio, AUM Fidelity se centra desde sus primeros lanzamientos, sendos discos del bajista William Parker y David S. Ware, en la música grabada, casi siempre en un estudio de Brooklyn. De ahí que su volumen de producción se ajuste a “seis referencias por año como máximo”. “No estoy interesado en los álbumes pasables”, cuenta Joerg, “solo quiero hacer proyectos pensados para ser importantes”.


Parker y Ware (hasta su muerte), dos titanes del free jazz estadounidense desde los setenta, son los dos pilares sobre los que gira la filosofía, radicalmente independiente y de tintes espirituales, de AUM, entre cuyas filas también han destacado músicos como Matthew Shipp, Craig Taborn, Bill Dixon o Darius Jones. Joerg confía en que la desaparición de Ware, de quien además de representante era amigo (el saxofonista recibió un trasplante de riñón, gracias a una campaña emprendida por el productor en la web del sello; la donante aguardaba en la lista de correo), no altere la (precaria) marcha de las cosas. “No soy un hombre de grandes ambiciones”, aclara, por si hacía falta. “Todos los días como comida sana, mi novia me compra ropa de vez en cuando, el niño puede jugar a su puzle de animales y produzco música que me importa. No se me ocurre qué más podría pedir, salvo seguir así”.

Fuente: elpais.com



Black Music: Free Jazz y conciencia negra 1959-1967, de LeRoi Jones



El estampado afrocentrista, la fotografía de Thelonious Monk de portada y el mismo título remiten en la puesta en circulación para el público en lengua castellana del seminal libro del escritor, poeta, dramaturgo, activista, crítico literario y musical Amiri Baraka, conocido también como LeRoi Jones antes de su cambio de nombre en 1968. Black, Black, puro Black. Así debía ser en la época, pero así debe seguir siendo en los últimos tiempos, cuando era el mismo Jones quien aseguraba en la introducción firmada el 28 de agosto de 2009 que “hay en estos días algunos signos de que otra nueva ola viene en camino”. Su reciente desaparición no resta potencia a sus palabras. Que sepamos vislumbrar el porvenir con la inmediatez con que supo hacerlo Amiri Baraka (1934-2014) es algo que debe quitarnos el sueño: la atención a los acontecimientos traerá consigo la valorización de las apuestas para el futuro del ahora mismo. Lástima que uno no pueda vivir encima del Five Spot para sentir las vibraciones que produce el avance imparable de la ‘new thing’.

El conjunto de ensayos que forman Black Music se vertebran a partir de un eje común dividido en dos bloques, los que configuran los artículos previos al titulado La avant-garde del jazz (cuya primera redacción data de 1961) y los siguientes hasta el tramo final del libro. Hacia 1966, el jazz ya lo entendía Baraka como un género que con demasiada frecuencia caía en “música para ocasiones especiales, y no necesariamente emocionales”. En Blues People. Música negra en la América blanca (Nortesur, Barcelona, 2011) mantenía el mismo juicio que encontramos aquí. Esto es, una depauperación del efecto y alcance inmediato de la sustancia jazzística. La muerte le llegó en 9 de enero de 2014, pero Everett LeRoy Jones (LeRoi Jones en su etapa de poeta beat), además de polarizador de cierto underground literario-musical, fue lo que el crítico Brandon Soderberg catalogó como un infalible “walking bullshit-detector” (un ‘detector de mierdas andantes’). Mucho de eso falta en la actualidad, de ahí que la labor ejemplar de Baraka se muestre tan necesaria e iluminadora. Como fundador del movimiento Black Arts y uno de los mayores dinamizadores de la presencia negra en el ámbito cultural norteamericano, Jones abogó por la evidencia: la negritud radical de la esencia jazzística (de raíces, no de extremismos al estilo Stanley Crouch). Con un estilo poderoso y una enorme capacidad analítica, Black Music se hace lectura obligada para quienes deseen impregnarse del arte de la palabra desde los mismos cimientos del objeto de análisis. Como él mismo opina sobre la música de Monk, decididamente lectura “transportadora”. El lector curioso hallará entre sus páginas juicios y opiniones sobre un momento de la historia del jazz en el que muchos dejaron de reflejarse: la llegada del free cambió el jazz para siempre, y algunos reaccionarios negaron la existencia de un jazz posterior a la fecha de 1959. Allá ellos. Otros estiraron el asunto hasta la llegada de la electricidad al entorno milesiano. Pero, si hemos de creer a Jones (y vale la pena hacerlo), algo está por llegar, algo ya llegó y lo hizo para quedarse. En cambio perpetuo, sí, pero esa es una de las energías centrífugas y centrípetas del jazz. En el volumen se lee eso y más: artículos sobre la hegemonía blanca en la crítica jazzística, el jazz en los lofts y cafés de Nueva York, la New Black Music y el R&B, así como piezas sobre paraísos en la tierra como el Minton’s, o textos antológicos sobre figuras de la talla de Billie Holiday, Archie Shepp, Roy Haynes, Dennis Charles, Wayne Shorter, Bobby Bradford, Cecil Taylor, Sonny Rollins, Don Cherry, Sonny Murray o el gran John Coltrane, “el espíritu más pesado”, a quien va dedicado el volumen.

Cuando se conmemoraba exactamente un año del atentado en las Torres Gemelas, Amiri Baraka escribía un poema que cuestionaba muchos aspectos de la tragedia, para él totalmente evitable. Los versos de Somebody Blew up America los amparó la revista Counterpunch (3 de octubre de 2002), una publicación outlaw en toda regla: “Who knew the World Trade Center was gonna get bombed. / Who told 4000 Israeli workers at the Twin Towers to stay home that day / Why did Sharon stay away? / Who? Who? Who?” Preguntas siempre incómodas, como incómodo—y necesario— fue siempre Baraka para el sistema. Qué suerte que desde el otro lado del Atlántico, la editorial Caja Negra siga la tradición argentina de alimentar la sed ensayística peninsular. Sólo un pero: la importancia del libro y la buena estrella de la colección merecerían un papel de mayor gramaje. Quien llore sobre sus páginas ante evidencias notables e injusticias manifiestas ya puede prepararse, pues a buen seguro las lágrimas traspasarán una docena de páginas de papel reciclado en extremo. En cuanto a lo que está por llegar, a escasos meses de su fallecimiento, Baraka convendría con algunos que el segundo disco del treintañero saxofonista James Brandon, Divine Travels (Okeh, 2014), con  William Parker (b), Gerald Cleaver (bat) y  Thomas Sayers Ellis (poesía), formaría parte de esa nueva ola que viene en camino. Lo que ya no está tan claro es que llegue un nuevo Amiri Baraka a escena. A ver si hay suerte. Libros como éste, desde luego, pueden ayudar en semejante empresa.

Fuente: Cuadernosdejazz.com
Figura central y aglutinante del movimiento beatnik en los años 50 y del Black Power en décadas posteriores, Amiri Baraka hace uso de un lenguaje eléctrico y furioso que refleja la libertad de improvisación del free jazz para dejar en claro que esta música solo puede ser comprendida como parte de un cuerpo de experiencias que a lo largo del siglo XX dieron forma a una nueva conciencia sobre lo que significaba ser negro en los Estados Unidos. Y que por ello sus intérpretes, entre quienes destaca a John Coltrane (“su música es una de las razones por las que el suicidio parece una cosa tan aburrida”), Ornette Coleman, Archie Shepp, Sun Ra, Thelonious Monk, Albert Ayler, Pharoah Sanders, Sonny Rollins, Don Cherry, Wayne Shorter y Cecil Taylor, deben ser considerados, además de grandes músicos, como “intelectuales o místicos, o ambas cosas”.- Libro disponible en nuestra tiienda online.

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